Hipatia: Filósofa y Astrónoma

“Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar”
Hipatia (hacia el 370-413 d.C.)
—Va con cualquiera —decían, queriendo ensuciar su libertad. —No parece mujer—decían, queriendo elogiar su inteligencia. Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos y políticos acudían desde lejos a la Escuela de Alejandría, para escuchar su palabra. Hipatia estudiaba los enigmas que habían desafiado a Euclides y a Arquímedes, y hablaba contra la fe ciega, indigna del amor divino y del amor humano. Ella enseñaba a dudar y a preguntar. Y aconsejaba: —Defiende tu derecho a pensar. Pensar equivocándote es mejor que no pensar. ¿Qué hacía esa mujer hereje dictando cátedra en una ciudad de machos cristianos?
La llamaban bruja y hechicera, la amenazaban de muerte. Y un mediodía de marzo del año 415, el gentío se le echó encima. Y fue arrancada de su carruaje y desnudada y arrastrada por las calles y golpeada y acuchillada. Y en la plaza pública la hoguera se llevó lo que quedaba de ella. —Se investigará —dijo el prefecto de Alejandría.
Este 2020 es un año especial porque, entre los proyectos que tengo a nivel personal, está la escritura de un libro en conjunto con mi amigo Carlos Quiroga que pueda hallar una comunidad entre el psicoanálisis y el feminismo. Ese proyecto me está llevando a leer algunas cosas muy interesantes, pero no solamente acerca del feminismo sino también acerca de las mujeres de nuestra historia. Mujeres escritoras, mujeres viajeras, mujeres filósofas, mujeres artistas…
Creo que cada una de esas mujeres que voy encontrando en el camino y cada una de sus historias contribuyó al pensamiento y al movimiento que hoy llamamos feminismo. Así que en este emprendimiento me propuse compartir con ustedes estas historias de mujeres de la historia.
Hoy quiero hablarles de Hipatia de Alejandría, matemática y filósofa egipcia cuyo pensamiento trascendió y llegó a nosotros a través de lo que transmitieron sus discípulos, ya que sus escritos se perdieron en una de las quemas de la biblioteca de Alejandría. Hipatia fue una representante de la escuela neoplatónica del siglo IV después de Cristo en una época de fuerte cristianización en Alejandría que dividía a la población entre los practicantes del cristianismo y los paganos. Hipatia no sólo no practicaba el cristianismo, sino que además era filósofa, siendo la filosofía considerada una práctica subversiva por el obispo de la ciudad, Cirilo.
Se trataba de una mujer pensadora y respetada por los filósofos que se acercaban a la Universidad de Alejandría a escuchar sus enseñanzas sobre Platón y sus conocimientos sobre matemática, astronomía y geometría. Como astrónoma, se dedicó a la investigación y construyó un instrumento al que llamó astrolabio, que servía para calcular la posición del sol, la luna y las estrellas en cualquier momento del día.
La historia de Hipatia se ubica en un momento de ascenso creciente del cristianismo en la antigüedad. En la ciudad de Alejandría convivían con dificultad judíos y cristianos y por otro lado estaban los “científicos”, los estudiosos, los matemáticos, astrónomos, filósofos, quienes se congregaban en la biblioteca y en su mayoría estaban del lado del paganismo.
Hipatia encarnó la lucha entre el cristianismo y el paganismo, no sólo porque pregonaba la libertad del pensamiento sino también porque era mujer en tiempos en que lo femenino representaba lo impuro y disruptivo ante el saber absoluto de Dios. Por su parte, la filósofa no sólo cuestionaba al cristianismo (lo cual la transformaba automáticamente en una bruja), sino que además era oída y respetada por hombres filósofos de su época, convirtiéndose en la primera mujer matemática de la historia a quien otros pensadores habían sabido oír.
Una de las grandes representaciones de Hipatia y del momento histórico y coyuntural de su existencia y de su muerte es la de la película “Ágora”. En una de sus escenas, Hipatia está dando una clase sobre matemática y ante los halagos de uno de sus alumnos le entrega, frente a todos, un pañuelo manchado con sangre para recordarle que su feminidad está lejos de representar la belleza y armonía que él dice ver en ella.
Para cualquier pagano o cualquier judío, estaba la opción de convertirse al cristianismo y evitar la persecución. No obstante, y tal como nos enseña el psicoanálisis, la mujer plantea una contradicción al universal de “el hombre” en tanto es un hombre (en el sentido de su humanidad) que no es un hombre. Hipatia era mujer y rehusaba convertirse al cristianismo y renunciar al libre pensamiento.
La vida de Hipatia fue finalizada de manera trágica por un grupo de cristianos que atacaron a la mujer por la espalda, la arrastraron hacia la iglesia, la desnudaron y desgarraron su cuerpo para luego quemarlo. En su texto “El triunfo de la religión”, Lacan advierte precisamente que cuando la ciencia abre ese agujero en el saber del orden de la naturaleza, la religión protege el orden natural de las cosas colmando ese agujero que produce el saber científico.
En la película “Ágora”, Orestes, discípulo que además admiraba y veneraba a Hipatia, intenta convencerla de que se convierta al cristianismo para evitar la persecución, ante lo cual la filósofa responde, fiel a su historia: “Orestes, Cirilo ya ganó”. El triunfo de la religión ya era un hecho.